Por Arturo Villegas
La semana pasada participé con la conferencia “Imaginieros: constructores de sueños” en la Feria de Innovación UJAT Innova 2013. Fue un evento bastante interesante donde muchos inventores y emprendedores pudieron exponer sus ideas en un ecosistema de creatividad.
Hablaba sobre la existencia de mucha creatividad en México, pero poca innovación, y para esto, retomo el término ecosistema de creatividad. ¿Por qué no tenemos todavía un sistema efectivo por donde las ideas fluyan?
Una gran y triste realidad es la educación. Las escuelas (desde primarias hasta universidades) necesitan revolucionarse (no reformarse, revolucionarse) para ser una amplia red de creatividad. Y no me refiero a ninguna escuela o institución en particular, sino al sistema de educación bajo el cual funcionamos.
Uno de los problemas más grandes que hay se debe a la educación casi dogmática en las aulas de clase: hay una respuesta a un problema, y solo el maestro(a) la sabe. Y puedes encontrar esa respuesta al reverso del libro, pero no mires, porque es trampa.
Este tipo de pensamiento daña la capacidad creativa, y como consecuencia, vamos agregando largos números de personas que nunca conocieron sus verdaderas capacidades, puesto que solamente utilizaron una muy pequeña porción de su talento y pensamiento creativo.
Sin embargo, y gracias al esfuerzo de personas que conocen la importancia de rescatar el talento para las empresas del siglo XXI, hay ferias, eventos y conferencias que nos ayudan a reflexionar en la trascendencia de la inventiva para las economías del futuro.
Necesitamos revolucionar la manera en que pensamos, trabajamos y actuamos. Las empresas y organizaciones de hoy lo necesitan casi a nivel de desesperación. Las economías más poderosas de hoy no son las que tienen los recursos, sino las ideas y proyectos de innovación. Encendamos el conocimiento.